Mark Zuckerberg y su equipo están rebautizando a Facebook
como “Meta” y reorientando a la empresa hacia el desarrollo de un “metaverso”.
Por un lado, es probable que este movimiento sea exactamente lo que parece: un
intento de desviar la atención de las múltiples crisis legales, regulatorias, y
políticas que enfrenta la compañía. Al mismo tiempo, es importante recordar que
ser una empresa ágil y disruptiva está en el ADN de Facebook/Meta. Tomando en
cuenta el control personal que ejerce Zuckerberg sobre la empresa, su continua
inversión creativa en productos e ingeniería, así como el reciente ascenso del
jefe de hardware/Oculus, Andrew Bosworth, a director de tecnología, vale la
pena tomarse un momento para ir más allá de la jerga mercadológica y
preguntarse: ¿Qué realmente es un metaverso? “Podemos considerar el metaverso
como un internet personificado”, explicó Zuckerberg recientemente, “donde en
lugar de únicamente ver el contenido, formas parte de él”. Solo le faltaba
decir: “el metaverso eres tú”. ¿En ese contexto, qué ocurre con un internet
abierto, con la libertad de expresión y la privacidad?
Tal y como se está comercializando, el metaverso es un
concepto amplio que incorpora gran parte de la jerga relacionada con la
realidad virtual y aumentada que aparece en The Matrix y Minority report. Es un
mundo nuevo por explorar y una nueva dimensión que se sobrepone a la anterior.
Zuckerberg lo describe como “un entorno persistente y sincrónico” que “será
accesible a través de todas nuestras diferentes plataformas informáticas;
realidad virtual (RV) y Realidad Aumentada (RA), pero también de computadoras,
dispositivos móviles y videoconsolas”. Está claro que Zuckerberg, el geek, está
entusiasmado. Considera el metaverso como el próximo gran salto para el
internet, comparable con la transición hacia los teléfonos inteligentes y la
red móvil. Pero, ¿qué hay de nuevo aquí? ¿No tenemos ya Gmail, Fitbit y Second
Life?
Una diferencia clave es que este internet personificado
supone nuevos sensores que nos vigilan mientras navegamos, interactuamos y nos
movemos por el mundo. Muchos nuevos sensores. Cada nueva versión de Facebook ha
ido añadiendo más. El centro de las recientes versiones del dispositivo de RV
de Oculus es “Oculus Insight“, un sistema de monitoreo con inteligencia
artificial que utiliza tres tipos de sensores: los que siguen la orientación y
los movimientos de las gafas de realidad virtual, así como sus mandos, cuatro
cámaras integradas en el dispositivo que mapean la habitación donde uno se
encuentra, y LEDs en los mandos rastreados por las gafas. Todo esto alimenta a
Insight con información que le permite “seguir tu posición y tu entorno en
tiempo real con una precisión submilimétrica”. Los mandos de Oculus ahora
contienen sensores capacitivos que detectan los movimientos dactilares con
precisión. Oculus también se conecta con el teléfono y otros dispositivos para
el seguimiento de la frecuencia cardíaca y el estado físico. Zuckerberg ha
insinuado y mostrado el seguimiento facial y ocular para futuros modelos de
Quest/Cambria. Las recientes filtraciones de Quest Pro sugieren que podrían implementarse
sensores de huellas dactilares. En el mundo paralelo de esta realidad avanzada,
las nuevas gafas inteligentes Ray-Ban de Facebook contienen cámaras para tomar
fotos/videos y un micrófono para responder a las llamadas. La incorporación de
nuevas cámaras y sensores aumenta el número de datos personales que Facebook
puede recolectar.
Más que un laberinto criptográfico, el metaverso es un
examen médico de alta tecnología. El metaverso vincula inextricablemente el
cuerpo físico del usuario con las ideas y las acciones de esa persona. Se trata
de rastrear y definir a los individuos de manera cada vez más detallada, hasta
llegar a nuestras reacciones subconscientes e involuntarias. Lo que es
sorprendente de todo esto es la facilidad con que el factor sorpresa de los
audífonos y los lentes de RV nos han distraído del principal e inevitable
problema. Entre más se conecten estos dispositivos al ecosistema de
aplicaciones e identidad de Facebook, más volverán a salir a la luz los mismos
problemas de los que siempre ha adolecido Facebook: la vigilancia sistemática
masiva, el desarrollo de algoritmos sesgados y opacos, así como la indiferencia
por la transparencia o la responsabilidad. Por si hubiera alguna duda, Facebook
ya ha empezado a integrar sus principales servicios de redes sociales con el
hardware de RV: hace tiempo que integró el inicio de sesión de Facebook y, a
principios de este año puso en marcha la integración de Facebook Messenger en
Oculus.
Así que sus auriculares de RV y RA no son más que nuevas
formas de vigilar a los usuarios. ¿Qué puede hacer Facebook con estos nuevos
datos? Citando al propio Zuckerberg: “Senador, publicamos anuncios“. El
metaverso, como paraguas e interfaz de usuario unificada en todas las
propiedades de Facebook (y apuntando a todo el internet), sería el
intermediario de información más grande: proporcionaría a sus usuarios un flujo
de información y experiencia cuidadosamente organizada y totalmente monetizada,
basada en nuestros intereses, interacciones y lo que (literalmente) hace
palpitar nuestros corazones. Implica una intensificación del sistema de
vigilancia/publicidad, que constituye el núcleo del modelo empresarial de
Facebook. Cuando Zuckerberg dice que el metaverso será “persistente,
sincrónico”, significa que “todo lo recordará y permanecerá siempre encendido”.
Cuando dice “abierto”, significa “vinculado a cada una de tus cuentas y
dispositivos”.
Parece que el metaverso requiere confianza. Asimismo,
implica nuevas formas de exposición a nivel mundial para los más vulnerables.
Incluso asumiendo cierta buena fe y suficiente inversión en privacidad y
seguridad por parte de Facebook, la falta de anonimato y los acuerdos
bilaterales de intercambio de datos implícitos en este modelo son profundamente
preocupantes para cualquier persona –periodistas, activistas, denunciantes– que
se enfrente al poder. Además, el modelo de identidad unificada (o fragmentada)
que parece entrañar el metaverso no solo es arriesgado, sino fundamentalmente
insostenible para un gran número de personas. Facebook abordó directamente esta
preocupación durante una transmisión en vivo en el pasado mes de octubre, donde
anunció el cambio de marca a “Meta”, afirmando que se utilizarán protocolos
abiertos y que no se requerirá un inicio de sesión en Facebook para ello. No
obstante, Facebook nunca ha dudado a la hora de recopilar datos de terceros e
integrar sus servicios con otros. La interoperabilidad implica un mayor
potencial de vigilancia. Las amenazas a la libertad de expresión de un sistema
de este tipo son tanto directas (la indecisión de estar en línea cuando quieres
mantener la privacidad sobre tu orientación en la vida real, el riesgo de que
la información sobre la salud afecte tu potencial de empleo) como ambientales
(el escalofriante efecto que conlleva el miedo a la exposición). En el
metaverso no existe el anonimato, no hay multitudes. Conéctate con tu ID de
Facebook o con uno de nuestros socios.
Nada de esto quiere decir que la RV y la RA no tengan un
potencial cultural y humanitario válido y, en ocasiones, profundo. A medida que
se hace más realista y más compatible con diferentes tipos de hardware, la RV
se vuelve muy prometedora para las personas con necesidades físicas y
cognitivas especiales, permitiendo un espectro más amplio de participación
pública que nos beneficiará a todos. Ofrece interesantes posibilidades para
nuevos tipos de expresión personal, artística y creativa para las comunidades.
Sin embargo, el metaverso es para la realidad virtual lo que AOL (America
Online) fue para la World Wide Web. No podemos permitir que lo emocionante, lo
nuevo y lo potencialmente liberador de una nueva tecnología se asocie a una
sola empresa. Y no podemos dejar que Facebook utilice la novedad de su potente
hardware de RV y RA para distraernos mientras esconde su modelo de negocios
bajo la alfombra. La historia de los últimos 15 años de Facebook bajo el
liderazgo de Zuckerberg, como bien documentan Sheera Frenkel y Cecilia Kang en
su libro An ugly truth, así como en las filtraciones de los Facebook Papers, es
una doble narrativa: por un lado, una crisis perpetua enfrentada a través de
grupos de presión y relaciones públicas, y por otro, un impulso simultáneo e
implacable hacia el desarrollo de productos, nuevas adquisiciones, y
crecimiento. Es fundamental asumir que Facebook seguirá adelante con el
desarrollo de su metaverso haciendo caso omiso de la presión pública y
regulatoria. El cambio de marca de Facebook no es un punto de inflexión, sino
una aceleración disfrazada como punto de inflexión.